


ENTRE BRAGAS
Dos extraños...
Débora Oct 9
Debo admitir que me enloquece... me encanta saber como reacciona mi cuerpo cuando estoy excitada algunas veces quiero más, mi apetito sexual es difícil de saciar, soy como un animal en celo que no se puede detener, he llegado a creer que soy adicta al sexo.. porque cuando tengo ganas lo único que quiero es difrutar y sentirme plena por eso para mi el lugar es lo de menos.
Timbró, Lo mire por el ojo de la puerta de arriba abajo y sutilmente mi mirada se detuvo en su miembro, abrí la puerta, lo invité a seguir. Estuvimos un rato conversando y decidimos salir al balcón a tomar aire. Él, orgulloso de sus tatuajes decidió mostrarlos; Se
quito la camisa, recuerdo bien sus brazos fuertes y tatuados, su piel suave y morena. Esta vez no podía evitar mirarlo con deseo, me acerqué lentamente y decidí besarlo, pero no era un beso normal, fue uno de esos besos que no paran nunca y te hacen volar.

Sin pensarlo, me dijo que fuéramos al baño, pero ese lugar no me excita y le dije que no. Su mirada era impaciente trataba de pensar en un lugar lúgubre para desinhibirnos pero no se le ocurría nada. Lentamente le tocaba los brazos mientras lo besaba, me detuve y le dije en el depósito.
Era un lugar oscuro, húmedo, lleno de cosas viejas, donde se escuchan los carros salir y entrar al parqueadero, el taconeo de las mujeres y los radioteléfonos de los celadores. tan solo pensar que me iban a escuchar gemir me excitaba de sobremanera. Entramos y apagó la luz, me besaba con intensidad la ropa nos hacía estorbo, le quite el pantalón, lentamente le tocaba la espalda y baje mis manos hasta llegar a su pene que ya estaba duro, era grueso y de un buen tamaño, baje y empecé a chuparlo con la punta de mi lengua mientras imaginaba su pene frotando con fuerza las paredes de mi vagina y me excitaba, yo lubricaba cada vez más.
Me cogió del pelo y me levanto decidido, me puso contra la pared fría, levanto mi brasier y empezó a chuparme los pezones, me miraba con morbo y eso me encantaba, me tocaba y yo estaba muy mojada, le decía que quería tenerlo adentro mientras me besaba todo el cuerpo. el espacio era reducido me tomo de las caderas y me subió a una pila de cajas de tal forma que le tocaba empinarse un poco, el entro hasta lo más profundo de mi, mis caderas no querían despegarse de las de él, quería sentirlo muy al fondo, surgieron movimientos circulares por parte y parte, no se imaginan cuan lubricada estaba, él decía que sentía muy caliente mi vagina y eso lo enloquecía, su pene entraba con facilidad y era tan emocionante escuchar el chasquido que mi lubricación producía cada que el entraba con fuerza, ese pene me encantaba.
Aunque no teníamos mucho espacio no las arreglamos, hicimos varias posiciones, en cuatro, el misionero, la carretilla, el 69 y se podrán seguir imaginando hasta acrobacias, yo quería sexo salvaje y sin duda lo tuve, al fin y al cabo sólo éramos dos extraños compartiendo nuestros deseos sexuales. Era otra cita de esas… en las cuales el sexo casual se convierte en una buena terapia para eliminar las tensiones. Estaba con alguien que me entendía y sabía lo que quería pero no siempre este tipo de citas son la salida porque puedes llegar a sumergirte en un laberinto sin fin.