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Siento la adrenalina llenar mi cuerpo mientras mi respiración se entrecorta con cada embestida que recibo. Abro la boca pero no emito ningún sonido, ente mis labios queda un grito ahogado, un gemido a punto de salir.

 

***

 

Era una tarde lluviosa y el deseo de sexo invadía mi cuerpo. Él, como siempre, dispuesto a complacer en todo. Estábamos haciendo algunas compras cuando en medio del coqueteo habitual, empecé a sentir cómo sus ojos se perdían en mi escote. Por supuesto, debo aceptar que me encanta que me miren. No hay nada mejor que tener un par de ojos penetrandote sin siquiera tocarte un pelo.

 

Aprovechándome de su descuido al mirar mis senos, empecé a jugar con él. Me acercaba a su oído y le susurraba que estaba muriendo por tenerlo adentro, que me mojaba sólo de pensar en su lengua en mi piel. La temperatura aumentó rápidamente y en menos de 10 minutos habíamos olvidado por completo las compras.

 

Nos subimos al carro muertos de afán por llegar a la casa y comernos. Arrancamos. Pasaron 5 minutos. No aguanté más.

 

Puse mi mano en su miembro y empecé a masajearlo lentamente mientras le decía una a una las cosas que me moría por hacerle tan pronto como llegáramos a la casa. Su ereccion crecía bajo mi mano y eso me exitaba de mil maneras diferentes. Bajé su cremallera y saqué su miembro. Lo masturbé un rato pero no pude esperar más. Necesitaba tenerlo adentro. No importaba en qué parte de mí. Bajé.

 

Sentí su calor en mi boca, su sabor con mi lengua. Escuchaba su respiración entrecortada y lo único que quería hacer era comérmelo entero. Me sentía tan mojada que que llevé mi mano a mi entrepierna.

 

Tenía una falda muy cortica y medias veladas, entonces podía sentir perfectamente a través de la tela. Estaba caliente, muy caliente. Metí mi mano entre mis bragas y le di a mi clitoris el placer que me pedía a gritos.

 

Estaba tan absorta en su sexo y el mío que no me di cuenta que el carro se había detenido. Levanté mi cabeza y vi que estábamos en el sótano del edificio. Lo vi y sonreía como si supiera exactamente lo que estaba pensando. Me quité las medias.

 

Me apoyé en mis rodillas y pasé una pierna encima suyo para quedar sentada en su erección. Se movió debajo de mío y poco a poco me penetró. Sentí su calor invadir cada centímetro de mi cuerpo.

Sentí la adrenalina llenar mi cuerpo mientras mi respiración se entrecortaba con cada embestida que recibía. Abrí la boca pero no emití ningún sonido, entre mis labios queda un grito ahogado, un gemido a punto de salir. 

Sexo y gasolina

 

Por: La voyeur

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