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Lamo una y otra vez, mientras lo sostengo con las manos, por un lado, por el otro. Lo veo a los ojos y me lo meto hasta el fondo de la garganta,  siento como llega hasta la pared después de la campana, muevo mi cabeza y empiezo a acelerar el ritmo mientras trato de jugar  con mi lengua  a la vez que todo su pene está dentro de mi boca. Me pongo en cuatro, él se arrodilla, toma mi cabello me lo hala como en una especie de coleta y ambos aceleramos el ritmo, él el de sus caderas y yo el de todo mi cuerpo de adelante hacía atrás para meterme su pene hasta donde me dé. Me encanta verlo tan excitado, tan vulnerable y fuerte a la vez. Su pene de pronto se pone más duro y erguido, lo siento con mi lengua, lo saco, se lo lamo de arriba, abajo y se viene en mi cara.

 

Espero y ahora como un común acuerdo del que nunca se habló, sino que se encuentra tácito, él empieza a lamer mi cuello, tocar con una mano mi seno derecho, mientras con con su mano derecha toca mi clitoris de un lado a otro, de arriba - abajo y  con su lengua mojandome el seno izquierdo. Lentamente baja su cabeza y su lengua moja con saliva todo mi abdomen. Es uno de los momentos que más me gustan, su lengua una y otra vez pasa por mi clítoris, me mira  y besa toda la parte exterior de mi vagina.

 

Pasa un buen tiempo cambiando de ritmo, chupando y lamiendo, pero ya es inevitable no aguanto más y quiero que me penetre de inmediato. Me doy la vuelta, me pongo en cuatro y tomó su pene, lo introduzco dentro de mi vagina y siento la delicia que física y psicológicamente me invade.  

 

Ambos nos movemos de adelante hacía atrás como si no hubiese un mañana, le digo que me dé nalgadas. Nos movemos y me nalguea, me nalguea  y me penetra me lame la espalda y mientras tanto con mi mano derecha muevo mi clitorís de un lado al otro para darme más placer. Me encanta, me encanta, no pienso más que en la forma cómo me mira, cómo su pene entra y sale, no importa el hecho de que la puerta suene, solo quiero venirme una y mil veces, que vuelva y me lo meta otras diez mil.

 

Gemimos sin parar y la sensación indescriptible que advierte que estoy a punto de tener un delicioso orgasmo irrumpe todo mi cuerpo, me dice que está a punto de venirse y como una determinación nuestros cuerpos se vienen a la vez, él dentro de mí y yo empapando también su miembro, mientras él sigue adentro.

 

Sintiendo el pleno alivio de satisfacción, me visto, tomo mi maleta, me pongo las zapatillas y salgo del vestier de hombres, salgo del gimnasio consciente de que he hecho una excelente rutina. 

EL GIMNASIO

Por: Sátiria

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